Si la Muerte te Dijera a Quién se Llevó

Sophie vio la verdad dibujada en los ojos del fantasma de su madre. Encontró perfectamente tejidas las arrugas causadas por su intenso lloriqueo después de las palizas. El semblante cargado de miedo. Temió por ella. Por poder seguir viéndola postrada, allí, en su habitación. Sophie empezó a palpar cada muelle de la cama de matrimonio fundido por las horas que su madre pasó allí haciendo el amor. Por las otras en las que era salvajemente golpeada. También notó muchísimos momentos de soledad. A Sophie le parecía el tiempo más doloroso, en el cuál su madre esperaba que su marido volviese del campo de concentración, sin saber que cuando lo hiciera se habría convertido en un animal furibundo que no se parecía ni a la sombra del inocente hombre que fue reclutado al eterno frío de Siberia.

Sophie vio cómo la creatividad de su madre renacía en aquel lecho. El miedo era su alarma, la que la incitaba a crear. -Es curioso-. Pensó. Su madre la observaba con cierta incredulidad. Era la mirada perdida que le dejaban los neurolépticos cuando comenzó a desarrollar su esquizofrenia.

Sophie empezó a sentirse incómoda. ¿Estaría loca? Su madre murió hace años. O tal vez eso no era suficiente y las fuerzas de la casa retenían los espíritus. A lo mejor estaba empezando a desarrollar el mal de su madre. A lo mejor eran alucinaciones pasajeras. No, ella sabía perfectamente que esa casa sobrepasó unos topes de dolor, que nunca se borrarían, aunque no hubieses conocido a los inquilinos, siempre se podría respirar sus olores, sus desgracias. Y si abrías los ojos, creyendo en posibles leyendas, hasta podías verlos.

-Pequeñina... El abuelo Boris... Ha muerto...
-Eso pasó hace tiempo mamá.
-No, cariño, me refiero que esta vez me he asegurado de que no vuelva a despertar.

Sophie aterrorizada bajó corriendo las escaleras, olía a almendras por toda la casa, a almendras y a sangre. El olor del arsénico. Intentó abrir la puerta de la calle para salir al porche pero estaba atrancada. No tardó en desmayarse. El veneno le inundó los pulmones. Recordó ver un frasco escondido en una caja de costura. Después todo se nubló.

(Mil Retratos para los Afanasiev)

1 comentario:

  1. Me atraen mucho este tipo de relato por el género y por el poder sorprender cuando menos se espera gracias a lo impredecible que puede llegar a ser un personaje con esquizofrenia, o no (de ahí que se pueda sorprender). Un saludo, no dejes de escribir y crear.

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muchas gracias por comentar