Los Viernes Me Hacen a la Medida de Mi Tristeza

Los viernes son días melancólicos. En los que las noches se alargan y se vuelven eternas. Son madrugadas de reflexión frente al ordenador. Las calzadas están tristes los viernes. También el teatro y los árboles que sostienen el peso del firmamento. Son días en los que decido introspeccionarme. Encuentro cosas clavadas en los ojos amarillos de las salamandras que habitan mi cabeza. Que recorren y deciden aleatoriamente una trayectoria. No he dejado de temer a los días en los que el sol no aparece. Tampoco al silencio. Que a veces duele y sangra y chilla y llora. Pero siempre lo hace dirigido por la bóveda celeste y silenciosa.

Los viernes me hacen a la medida de mi tristeza, de mis pesadillas. Me recuerdan que nunca quise ser así. Que esa personalidad compleja, obtusa, inconclusa, inacabada nunca me gustó del todo. Que no fue una elección libre. Fue un don. Que a veces convierte a mi alma de artista en una condena.

Pesa mucho la humanidad sobre mi espalda y aún soy joven. Pesan mucho mis secretos y mis particularidades que se quedan igual de vacíos que los pentagramas sin música. Igual de vacíos que mis viernes, hechos a la medida tristeza.

R.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

muchas gracias por comentar