Tú Verbo al Andar.

Hablan, hablan y hablan. Y lo que dicen es lo mismo con diferentes palabras.
No se escuchan entre ellos, sino que se enfrentan,
se insultan y se agreden con tal de...De nada.

La falacia es un arma cruel, que insulta al que brilla y lo sangra.
Es un arma peor que la bala, una pequeña calumnia que crece y quema las entrañas del alma.
Las habladurías me hacen daño, ¿qué valor tiene la palabra sin acto?
Ninguna. 

Ojalá viviese en un mundo del que no me sintiera desencantado. En el que la libertad no la regulase
un bolsillo lleno o el poder de un Estado. Ojalá viviera en un mundo en el que la superación y el trabajo
diesen la libertad.

Ojalá viviese, ojalá viviera. Ideas...

Y mientras Ellos hablan, hablan y hablan... ¡Qué más da lo que digan! Si el sol brilla y es calabaza. Si la piscina es translúcida y las farolas dibujan aristas que se calvan en el asfalto. Si el jardín de la calle es acariciado por el viento, si sus palabras son palabras y ni siquiera son bellas. Si la belleza está en lo mundano, lo pequeño y lo sutil. En las sonrisas imperfectas que te encandilan, en las séptimas que disuenan y que captan el iris del melómano. Déjalos hablar, hasta que lo hagan solos, ¡hasta que se sacien! Y la calumnia sea estúpida porque de tanto acusar el problema serán los términos. 

Haz que tus ideas sean sinceras, que sean objeto de crítica de todos estos falaces. Así harás camino al andar y será el correcto, el que marca el verdadero progreso, la razón... El que marques tú mismo y no las palabras de otros.

Así tu verbo será poesía.

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