Si supieras lo que pensaba


Un pavimento inacabado mezcla el asfalto con el polvo, el polvo con piedras y las piedras con nada. Se oye como todas las mañanas ese misterioso rumor sale de las fábricas… Las columnas de légamo dibujadas en el cielo hacen una atmósfera densa y sucia. De entre la suciedad se mueven sombras, son las hojas de los álamos que livianas cortan el aire y lo desmenuzan en millones de hormigas transparentes que respiran las almas medio vivas, medio muertas.
El ojo humano ve y comprende pero lo hace en silencio porque en las comunas está prohibido hablar de lo que se comprende… El fango ha perdido humedad y se adhiere a las pieles de los trabajadores. Es el disfraz perfecto, porque a ojo humano la piel es del fango y no al revés. Así inanimado se camufla el ojo entre el fango y se confunde y lo que parece número en realidad es persona, medio viva o medio muerta.
Nada es de los nadies, lo reparten desde las calles vacías del poder, donde aún queda carne fresca o café moscovita. A los nadies se les otorgan equitativamente pequeñas miserias, se reparte la zozobra entre cada uno de los trabajadores, las mismas cosas, las mismas raciones, la misma pobreza, la misma opresión… Y el ojo que parece muerto brilla entre las sombras de las noches y alcanza y entiende y vislumbra… una palabra que suena obtusa y difícil, que se muerde en los pensamientos para no pensarla muy alto y que algún oído escuche.  Un deseo prohibido, porque en tierra de nadies desear es un crimen. Se escapa por los poros y asciende por la piel cetrina y el costado con las costillas contadas… Pero los nadies tienen familias y las familias tienen miseria y la miseria tiene hambre y si no se sumen al rumor diabólico de las monstruosas fábricas se quedan sin raciones iguales y sin días iguales y se condenan. Pero aún así el valor de las palabras es más poderoso que el de los silencios y en las pesadillas se aparecen y se repiten una y otra vez… Las secuencias destruyen y perturban las mentes humanas que se encuentran rotas por la presión, por el silencio y la censura.
Pero la palabra libertad entra en el tuétano frío y asustadizo de todos los nadies,  les revuelve en arcadas de verdad y anhelo, intentando vomitar todo el miedo que está incrustado en sus huesos y les vuelve a revolver  y piensan, -aunque también lo tengan prohibido- la semejanza sutil de sus vidas con un pavimento inacabado que  mezcla el asfalto con el polvo, el polvo con piedras y las piedras con nada.

Inspirado por el libro La Piel del Zorro de Herta Müller.

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